miércoles, 23 de noviembre de 2011

Los Ciegos y el Elefante

Esta es una historia tomada de un libro de castellano "Diversión 4" ed. Escuelas del Futuro, 1999   Se digitó mediante un trabajo cooperativo por red con el grado tercero.

LOS CIEGOS Y EL ELEFANTE

Cuentan que en el Indostán
determinaron seis ciegos
estudiar al elefante,
animal que nunca vieron
(Ver no podían, es claro,
pero sí juzgar, dijeron).

El primero se acercó
al elefante, que en pie se hallaba.
Tocó su flanco alto y duro;
palpó bien y declaró:
 “El elefante es ¡Igual a una pared!”
El segundo de un colmillo
tocó la punta aguzada,
y sin más dijo: “¡Es clarísimo!”
Mi opinión ya está tomada:
bien veo que el elefante,
¡Es lo mismo que una espalda!”



Toca la trompa el tercero,
y enseguida, de esta suerte
habla a los otros:
Es largo, redondo, algo repelente,
el elefante -declara-
¡Es una inmensa serpiente…!

El cuarto por una pata trepa
osado y animoso;
“!Oh, que enorme tronco! -exclama-
y luego dice a los otros:
-amigos, el elefante es
como un árbol añoso…”


El quinto toca una oreja
el exclama: Vamos amigos
todos se equivocan en sus
rotundos juicios.
Yo os digo que el elefante
¡Es como un gran abanico!

El sexto al fin, coge el rabo
se agarra bien, por el trepa…
 “Vamos, vamos, compañeros;
ninguno en su juicio acierta.
El elefante es… ¡Tocadlo!,
una soga… Sí, ¡Una cuerda¡’’
Los ciegos del Indostán
disputan y se pelean;
cada uno está seguro
de haber hecho bien su prueba
¡Cada uno tiene un poco
de razón… y todos yerran!

La tortuga Desdentada

Tomada de una obra impresa en los talleres GRÁFICAS DIAMANTE LTDA, Bogotá, D.E. 1988 Tercera edición
La tortuga Desdentada

Sin prisa y sin afán,
Caminaba Desdentada.
Despacio, muy despacio, despacito,
Avanzaba poquito a poquito.

De pronto se detiene y estira el largo cuello.
Mira hacia delante, mira  hacia atrás: nada novedoso. Todo sigue igual.

Recoge la cabeza y detiene su caminar. Tres tortuguitos le siguen a brincos: Son sus tres hijos, aún pequeñitos.

 A un lado del camino encuentran un amigo: Dormilón, el gato perezoso y roncador.
-¡Hola, Dormilón! ¿Durmiendo a pleno sol?
-¡Hola Desdentada! ¿Para dónde vas tan de madrugada?
-Al bautizo del Osito juguetón, que vive al otro lado del río que atraviesa la región.
-¡Pero, Desdentada! ¡Si todavía falta una semana! ¿Por qué vas tan apurada?
-Porque si camina el reloj camino yo, y si caminan las horas, adelante voy.
-¡No seas exagerada, Desdentada! ¡Déjate de bobadas! Más bien quédate en mi casa hasta pasado mañana.
-No en esta ocasión, amigo Dormilón. De buena gana lo hiciera si compromiso no tuviera.
-Mira,  Desdentada: te invito a que descanses, a que duermas y a que bailes, a que goces y disfrutes sin prisa y sin afanes.
-¡Mami! ¡Mami! -aplauden  los tortuguitos- ¡Quedémonos con Dormilón durmiendo  a  pleno sol!  Descansemos y  juguemos, que aún queda mucho tiempo para el bautizo  del osito Juguetón.
-Agradable es la idea y buena la razón hijos - contesta la mamá-, pero  no  deben   olvidar  que  tenemos   un  compromiso con  el  Oso  Mayor.
-¡Pero  Mami!  -Insiste  el  menor  - Tiempo hay de sobra para esa reunión.
Acéptale a Dormilón su gentil  invitación.
-¡Anímate, Desdentada! –Vuelve a hablar el Dormilón- No  te  hagas la rogada.
-Entiende  y  comprende, mi  querido Dormilón, que  le  dimos  la   palabra al Osito Juguetón de asistir cumplidamente a su alegre reunión.
-Oye, Desdentada: déjate de bobadas,  que en último caso llegas retardada, y como eres tan lenta tu excusa será aceptada.
-No, Dormilón. Pena me daría con el Oso Mayor si tarde llegara a tan linda reunión.
-Allá tú,  Desdentada. ¡Nunca  imaginé que fueras tan porfiada!

Al  tercer día por la mañana la tortuga y sus hijitos se encontraron con Urraca Lengualarga, que tan larga es  la lengua tiene que llega hasta  la espalda.
Estaba Lengualarga en lo alto de una rama, en compañía de doña Iguana, hablando y criticando de todo el que pasaba.

-¡Hola, Desdentada! –Saludó- ¿Para dónde vas tan de mañana?
-Al  bautizo del Osito Juguetón que vive al otro del río que atraviesa la región.
-¡Pero si falta casi una semana! ¿Por  qué vas tan adelantada?
-Porque si camina el reloj camino yo, y si  caminan  las horas,  adelante voy.
-Escucha, Desdentada. ¿Ya estás enterada de que en esa velada van a ofrecer nada?
-No estoy interesada en lo que van a ofrecer. Ni es mi intención es ir sólo a comer.
-Quédate, Desdentada. Tenemos cuentos  bien picantes  y  confidencias  reservadas.
-¿Cuentos y secretos? -Se animaron los  tortuguitos-, ¡Increíble mami! ¡Quedémonos con Urraca por el resto de la semana!
-No,  niños.  Entiendan  y  comprendan que le dimos la palabra  al Osito Juguetón de asistir cumplidamente a su alegre reunión.
-¡Vamos, Desdentada - insistieron la Iguana y Lengualarga -. No seas tan pesada. Acepta nuestra charla por hoy y por mañana.

Después de caminar toda la semana, Desdentada y sus muchachos  llegaron al rio que divide la comarca. Descansaron un buen rato y siguieron adelante.
A la sombra de una roca se encontraron con Sigilosa la serpiente silenciosa.
Jugaba sigilosa a las cartas con la astuta de la zorra, pero sin dejar de mirarla para que no le hiciera trampa.
Cuando vieron a Desdentada suspendieron la jugada. En tono muy amable le  bridaron una copa invitándola a jugar.
-No puedo aceptarles gesto tan amable -dijo desdentada-.la urgencia.de un compromiso no me permite quedarme.
-Solo unas copas y unas cuántas jugadas – animaron los tahúres -. Además, te enseñaremos los secretos de las cartas.
-¿Vino dulce y los secretos de las cartas? – Celebraron los tortugos- ¡Qué emocionante! Acéptales Mami, que el compromiso no será hasta mañana.
-Niños –dijo Desdentada- , antes de divertirnos, vuelvo y les repito: Tenemos un serio compromiso y no podemos evadirlo.

El domingo por la tarde, a eso de las tres, llegaron al bautizo detrás del Ciempiés.
El Osito Juguetón preguntaba a su papá:
-¡Papi! ¿Y los demás invitados por qué no han llegado?
-¿Quiénes, Juguetón?
-La zorra Sigilosa, doña Iguana y Lengualarga y Dormilón, el gato roncador.
-No han podido asistir -contestó el  Oso Mayor, empezando a tocar un viejo  tambor.
-Qué les pasó? –preguntaron en coro los tres desdentados con cara de asombro
-Que anoche el río se creció y ninguno de ellos a pasarlo alcanzó.
-¿Y no van a venir?
-Con semejante aguacero no hay forma de hacerlo. Tendrán que ser pacientes hasta que baje la creciente.

¡Y  la fiesta se inicio!
Juguetón y sus amigos cantaron y bailaron; comieron y bebieron. Jugaron y jugaron.
No se sabe cuánto tiempo, si fueron dos  días, si fueron noches. Lo que  si es seguro es que fueron horas de alegría y derroche.

¿Y qué sucedió con los otros invitados?
Que llegaron rezagados a comerse los sobrados.
¡Y aunque han pasado muchos años desde aquella reunión, todavía hoy en día  se  comenta en la región que no ha habido fiesta igual a la del Oso Juguetón!